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“La educación y la ciencia no son cuestiones que están allá en el aula de la universidad y no son solo cuestiones del maestro o de los papás”
CT+I: Un voluntariado que desde la ciencia busca fomentar la educación, atender las necesidades de Antioquia y dejar en alto el nombre del país en el extranjero.
Por: Felipe Escobar, Tatiana Roldan y Andrea Mercado
Medellín, 19 de octubre de 2016
Medellín tiene su propia feria de la ciencia. Se celebrará del 26 a 29 de octubre en el Parque Explora, y es totalmente gratuita y abierta al público. Detrás de ella hay mucho trabajo y muchas personas: 500 niños exponiendo sus proyectos y más de 120 voluntarios que, entre docentes y jóvenes graduados (o próximos a serlo) enseñarán las ideas materializadas en proyectos que algunos creerían realizables únicamente en la imaginación.
Esta la novena versión de una feria que sería imposible de realizar sin voluntarios capaces de contagiar del espíritu investigador a las mentes más inquietas y pequeñas de Antioquia. Muchas de ellas inmersas en contextos difíciles que pese a las dificultades, han logrado, en años anteriores, pasear en avión y conocer Estados Unidos para ganar premios en concursos donde el nombre “Colombia” comienza a sonar de a poco.
La coordinadora de la Fundación Amigos del Parque Explora y una de las cabezas detrás del voluntariado y la feria, Carolina Betancur, es una apasionada por la ciencia. Tanto que su inspiración al hablar sobre el voluntariado y sobre la meta de acercar a los estudiantes al mundo empresarial desde temprano, no fue cortada en ningún momento por el volumen de la música y el nivel de ruido que había esa mañana en el Bulevar de la UPB, minutos antes de que entrara a una reunión con alguna directiva de la Universidad.
¿De qué manera ayudan a los estudiantes a acercarse a este tema de la ciencia?
Para hablar del voluntariado, hay que hablar de la Feria de Ciencia y Tecnología que se logra mediante proceso que acompaña tanto a estudiantes como docentes en varios frentes. Hay un componente muy importante que a ellos se les hace: las Actividades Desencadenantes de Preguntas. En esta van expertos a las aulas de clase y les cuentan a los muchachos qué es la ciencia y qué es lo que se hace ahí, porque a veces ellos tienen conocimiento solo de su comuna, por lo que esta actividad trata de generarles nuevos conocimientos y nuevos intereses y, que, de esa manera, se salgan de su contexto. Asimismo, están las Visitas Desencadenantes de Preguntas que son actividades para que los estudiantes vayan y conozcan empresas o universidades con la misma finalidad que las Actividades Desencadenantes de Preguntas.
Sabemos que el voluntariado busca que los estudiantes conozcan el mundo empresarial y por eso trabajan también por su acercamiento a las empresas ¿Qué tantos niños pueden recibir estas en las visitas?
Cada empresa recibe en promedio treinta y cinco estudiantes. Al año se visitan aproximadamente sesenta empresas que están sujetas al presupuesto que tenga el programa que es financiado por la Secretaría de Educación de Medellín y EPM en zonas como el Urabá antioqueño, Norte cercano, Área Metropolitana, Oriente, entre otras, de acuerdo a los recursos dispuestos.
¿Qué empresas son las que acompañan?
EPM, Sura, Protección, Argos, Grupo Orbis, El Colombiano, Coca Cola y Celsia son las más fuertes en el momento. Y en temas de universidades están la UdeA, la Nacional, María Cano y la UPB.
¿Qué actividades pueden realizar los estudiantes en las empresas?
Depende de las empresas. Por ejemplo, El Colombiano tiene sus recorridos ya desarrollados, como la visita a la casa editorial, en donde se imprimen y todos los procesos de la producción del periódico.
Dinámica, que hace parte del Grupo Sura, acerca a los niños a los laboratorios como tal y, entonces, ellos pueden interactuar con el laboratorio, como, por ejemplo, observando el comportamiento de las células. Coca cola, por su parte, los lleva a sus plantas de producción.
La Universidad de Antioquia, por ejemplo, tiene algo que es muy interesante, con una actividad llamada Explora la UdeA, en la cual, lleva a los niños, durante toda una jornada, al campus y a la CIU (Centro De Investigación Universitaria), conocen de cerca los laboratorios, se ponen la bata y conversan con los expertos, entonces los muchachos tienen la oportunidad de obtener un conocimiento profundo de la universidad y las experiencias de los expertos gracias a sus charlas.
¿Cómo llegan los voluntarios a los estudiantes?
Se lanza una convocatoria, se hacen varios momentos de evaluación. Primero, se hace una feria institucional, los colegios eligen a los mejores según la rúbrica que entregamos para calificar. Esos pasan a unas ferias locales, zonales o territoriales. Después se hace la convocatoria y se hace el proceso de inscripción para la Feria, en el cual se les entregan todas las guías y herramientas necesarias para proceder a participar.
Vale aclarar que más que evaluar y juzgar a la hora de evaluar, se quiere motivar a que se metan a un camino que lleve al proyecto científico a una mejor ejecución. Luego se asignan a los asesores, quienes escogen qué proyectos quieren asesorar de acuerdo a su perfil y conocimiento y por lo que ya cada proyecto se le define un padrino que guíe o ayude a guiar el proyecto de acuerdo a su afinidad académica. Estos trabajan hasta una semana antes de la Feria, porque es el momento en que los estudiantes deben entregar su informe y mandar los pendones, entonces, por lo general, se quedan hasta el final; o sea, hasta la Feria Central con los estudiantes. Ahí vuelve a aparecer la figura del evaluador y se seleccionan los mejores proyectos. A unos se les da premios y otros viajan a representar a Colombia en ferias internacionales.
¿Qué beneficios trae el hecho de que un niño viaje a representar a Colombia en ciencia?
En esas ferias ganan mucho Canadá y los países árabes, pero son países que ya son potencias; entonces el hecho de que Colombia gane es algo muy representativo.
Por otra parte ganan los chicos. Por ejemplo, los que ganaron esa vez, son de una vereda. Ellos estaban investigando a unos pollos. La abuelita de los chicos les decía que al cuido ella le echaba unas ‘maticas’ porque con esas ‘maticas’ salía más grande el huevo. Ese era como el mito de la abuelita. Sin embargo los niños siguieron el proceso, miraron las matas, hicieron el diseño de experimento de calcular cómo sale el huevo si le echaban “n” cantidad de matas en el cuido, midieron el huevo y en su proceso de investigación se dieron cuenta de que haciendo el cuido con esa mezcla de maticas, el huevo sí aumentaba de tamaño.
Ese proyecto ganó. Pero eran unos niños de una vereda lejana, de esas en las que hay que caminar mucho para llegar al colegio. Que esos niños ganen da un cambio a su contexto porque es que “si mi amiguito de la vereda, que tiene las mismas dificultades que yo ganó, entonces yo también puedo ganar y entonces yo también me animo a estudiar”. A ellos les dan unos premios que aunque no es ‘el dineral’ es algo representativo y es de un buen valor. El programa les cubre todo el viaje. Pero más que en términos económicos es esa inspiración que les queda porque ellos reconocen que sí son capaces. Esos niños no creyeron que iban a ganar. Es más, todos estábamos muy sorprendidos cuando los llamaron. Eso les da seguridad y cambia su entorno porque ven en la educación una salida distinta.
¿Hay muchos niños que vienen de veredas o zonas difíciles?
Sí. En su mayoría, los que participan son de estrato medio, pero medio para abajo. Hay colegios privados, pero muy poquitos porque el presupuesto de Medellín es exclusivamente para públicos. El presupuesto de EPM sí permite vincular a privados, pero son más poquitos porque la prioridad es el territorio. Ese presupuesto de EPM, por ejemplo, permite tocar mucho las veredas y los municipios recónditos como San Pedro de Urabá. Allá hay una vereda que se llama San Juancito Medio (donde los niños tienen que ir e burrito al colegio) y que queda muy apartado de San Pedro de Urabá (que ya queda muy lejos, pues primero hay que llegar a Apartadó y luego recorrer 5 horas una carretera destapada para llegar).
El Voluntariado tiene una cosa muy chévere y es que en Urabá tiene sede también porque los pelados de allá son muy juiciosos porque como no tienen casi oportunidades, las que llegan las aprovechan al máximo. Esto permite que los voluntarios conozcan su país y que nosotros mismos comencemos a reconocernos y saber que hay territorios en los que pasan cosas que uno nunca se imaginaría. Y es que hay veredas tan recónditas, donde no hay un lavamanos, no saben que es un chorrito de agua que salga automático.
Una vez nos pasó (y a nosotros nos daba mucha risa porque es hasta jocoso) que vinieron unas niñas de una vereda de Urabá muy lejana que no pudieron entrar a la feria y no les pudieron evaluar su proyecto porque no salieron del baño por jugar con el agua. Estaban tan emocionadas con el chorrito que les salía que no hubo poder humano que las sentara en el stand. Para ellas el premio era ese, venir a Medellín a jugar con los chorritos de agua. A uno eso no le cabe en la cabeza hasta que no lo ve. Hay unos municipios muy lejanos y otros muy cercanos como Barbosa, Itagüí, Santuario; Igualmente, en los mismos municipios casi siempre trabajamos con instituciones.
Sería muy interesante hacer proyectos que ayudaran a resolver problemáticas desde la ciencia…
La primera fase era identificar que propiedades tenía el agua y porque estaba petrificando. La segunda, sabiendo que petrificaba, había que ver de qué manera impactaba a la comunidad. La tercera, ver qué se hacía con el agua. Ahí podemos ver que se empiezan a generar dinámicas muy interesantes porque son chicos pensando en sus mismos problemas.
¿Cómo nació toda esta idea del voluntariado?
Nació hace nueve años por iniciativa de Rafael Aubad y un estudiante de Universidad de Antioquia, Pablo Patiño, quienes empezaron a trabajar en cómo hacer una feria de ciencia.
Lo primero que salió fue virtual porque salía muy costoso pagar un montón de gente para que evaluara, para que asesorara, para que fuera, para que viniera. Entonces el voluntariado nació como una respuesta a una necesidad latente, y es algo que ha sido muy exitoso por la necesidad que se tiene de aportarle al otro: porque la educación y la ciencia no son cuestiones que están allá en el aula de la universidad y no son solo cuestiones del maestro o de los papás. No, en la educación y en la ciencia todos aportamos desde lo que hacemos, por lo que esta es una oportunidad para poder aportar, construir y aprender del otro. Este voluntariado tiene algo muy particular y es que gana más el voluntario que el mismo estudiante. El voluntario se da cuenta siempre que los niños tienen mucho para dar y son mucho más sabios que cualquier otro, entonces salen más enriquecidos ellos que los mismos niños (sin desmeritar el trabajo). Es un voluntariado que genera el “gana y gana” porque acá se va tejiendo comunidad.
Hay inconvenientes también, a veces no se logran contactar empresas para los voluntarios porque somos seres humanos y a veces la comunicación no fluye. La dinámica de una empresa es distinta a la de una universidad o a la de una escuela: uno contesta un correo en 24 horas y si no hacen eso con uno, ya creemos que no nos van a contestar. A veces es difícil por eso: porque no le responden al voluntario. Ese es el reto más grande, el de la comunicación.
¿Las empresas ganan algo con la integración de los niños? ¿Ve su propio futuro en esas visitas?
Eso todavía no lo hemos logrado: que la empresa vea ahí su posible futuro talento humano.
Nosotros tenemos un proyecto que se llama Steam Makers donde buscamos eso: que la empresa incida en educación porque ve en ella el cultivo de su futuro profesional. En EE.UU se ve mucho que las empresas aporten a la educación porque ven a los niños como un retorno a largo plazo para su capital y talento humano. Nosotros no lo hemos logrado todavía. Ellas están muy de la mano del voluntariado.Sería ideal que las empresas logren ver ese retorno, que finalmente puedan ver eso en términos de rentabilidad, que logren ver que esa plata que invierten a futuro pueda ser el talento humano que necesiten.
Por último, Sandra… ¿Si alguien quiere ser voluntario qué debe hacer?
En la página de Pro Antioquia se inscriben y envían un correo al mail que aparece allí; deben estar por graduarse de la universidad o ser graduados; que tengan un tema académico más estructurado; que haya hecho investigación y trabajo de grado.
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Yo estuve a principio de año en ISEF, que es una de las ferias más grandes en tecnología y ciencia en Estados Unidos, y los chicos, por ejemplo, de Colombia viajan es por esta feria. Por la feria de Ondas también, pero viajan muy pocos. El mayor número de proyectos está cubierto por esta feria de Medellín porque no hay otra feria que los lleve. Ondas lleva uno o dos proyectos, nosotros hemos llevado hasta seis proyectos. Entonces digamos que la mayor representatividad de Colombia se da es por esta feria. El país gana eso: que se empiece a reconocer en otros ambientes y contextos. Que se empiece a ver como un país participante en ferias de ciencia, es como darle otra cara al país. Los muchachos han ganado. El año pasado ganaron segundo lugar en una de las categorías. Entonces eso también es muy positivo porque es evidenciar que el proceso ha ido mejorando y que nosotros podemos ganar.
El país gana que se empiece a reconocer en otros ambientes y contextos”. –Carolina Betancur
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Eso es lo chévere: que los niños empiezan a indagar en las problemáticas. Los proyectos en Medellín son a veces muy enfocados a hacer un material que tenga una sofisticación distinta, pero los de las veredas son muy dados a resolver problemáticas y a indagar qué es lo que pasa.
Un proyecto que viajó con nosotros a Estados Unidos salió de una vereda llamada Piedras del Valle. Allí había una fuente de agua que petrificaba todo lo que se ponía ahí; los muchachos, entonces, se dieron cuenta que el agua tenía mucho mineral y que por eso petrificaba todo. Ellos también vieron que la gente de esa vereda se alimentaba de esa agua y se dieron cuenta que además muchos de los que vivían en la vereda tenían cálculos muy grandes.
En EE.UU se ve mucho que las empresas aporten a la educación porque ven a los niños como un retorno a largo plazo para su capital y talento humano"
Carolina Betancur, Coordinadora de la Fundación Amigos del Parque Explora